domingo, 29 de abril de 2012

Obsolescencia planificada vs tecnología que dura toda la vida.

Este artículo de la BBC es una maravilla:
Esta semana la empresa Philips lanzó al mercado estadounidense una bombilla capaz de durar 20 años si se utiliza un par de horas al día. Éste es un dato insólito en un mundo donde la tecnología se diseña para que muera pronto.

¿Notaron que los autos, neveras y demás artilugios de los 50-60 duran mucho más que nuestros aparatos último modelo?
Hubo un tiempo en que incluso las medias de nylon sobrevivían a todo tipo de adversidades conservando su estado original.

Sin embargo, se cree que a raíz de la crisis económica de 1929, lo que se conoce como obsolescencia programada, se estableció para garantizar un constante crecimiento de la economía, la dinamización del flujo de capital, crédito y consumo que hoy constituyen los engranajes que mueven nuestro sistema.

Y esta política se habría estrenado precisamente con un objeto: la bombilla.

Para ser honestos, la bombilla de Philips se queda corta teniendo en cuenta que hace un siglo que disponemos de la tecnología para que estos objetos luminosos duren mucho más.

Prueba de ello es Benito Muros, un empresario español que desde septiembre comercializa una bombilla que promete funcionar durante 100 años sin problemas, con un 70% menos de emisiones y un 92% menos de consumo energético.

Pero no es una novedad, ya que su diseño se basó en la que desde hace 111 años ilumina un parque de bomberos de California, en Estados Unidos.

Muros impulsa también un Movimiento llamado Sin Obsolescencia Programada (SOP), que pretende entre otras cosas incitar a otros empresarios a seguir su ejemplo con otros productos.

No obstante, señaló a BBC Mundo, la misión no está resultando fácil. Muros dice haber recibido amenazas.
"Tuvimos llamadas anónimas en las que me ofrecían dinero por no sacar el producto al mercado, luego la oferta se transformó en amenazas, que están bajo investigación policial notariada", explicó.

Muros asegura que comentarios y documentos colgados en la red han intentado incluso involucrarlo en un supuesto caso de estafa inmobiliaria.

BBC Mundo pudo de hecho comprobar que prácticamente en cada noticia en la que se menciona la iniciativa de Muros en internet, un "anónimo" añadió casi el mismo comentario negativo, invitando al lector a visitar un documento sobre la supuesta estafa, que Muros afirma forma parte de una "campaña de desprestigio".

Por otra parte, la distribución está resultando peliaguda, informó, "las vendemos sólo por internet porque hemos tenido problemas con los distribuidores habituales porque prefieren seguir vendiendo las que se funden y además tienen contratos con otras marcas de electrónica que tienen bombillas".
¿Se puede romper el ciclo?

El escritor Aldous Huxley, dijo en su novela "La Isla" que el "armamento, la deuda universal y la obsolescencia programada son los tres pilares de la prosperidad occidental. Si la guerra, la basura y el préstamo de dinero se terminaran, colapsaríamos".
La economía capitalista vive del crédito, el consumo y la obsolescencia programada.
Sin ella, dicen los economistas que la defienden, la gente compraría menos, no se podría mantener el actual nivel de producción y puestos de empleo. Un menor margen de beneficios frenaría la innovación, disminuiría el grado de competencia y daría lugar a monopolios.

Todo esto generaría un efecto en cadena en todos los eslabones de la sociedad de consumo, por lo que un mundo sin obsolescencia programada sería inviable.

Sin embargo, también resulta inviable producir a este ritmo en un planeta de recursos finitos.

No sólo se programan los objetos para que duren menos, sino que la publicidad parece programar a la gente para que tire incluso lo que todavía funciona (lo que se conoce como obsolescencia percibida).
No sólo los objetos sino las personas son programadas para adquirir lo nuevo y descartar lo usado incluso antes de que se rompa.
Existe toda una tecnología "ya hecha" para alimentar a futuro la rueda del consumo y si los usuarios pretenden reparar algo, descubren que es demasiado costoso para merecer el esfuerzo.

Lo peor es que a pesar de que se acaban los recursos, el ciclo de comprar, usar y tirar es cada vez más acelerado.